#1
Sadie no necesita un hada madrina para sobrevivir a su nuevo hermanastro.
Necesita un milagro.
A los diecinueve años, la vida de Sadie Crenshaw cambió de la noche a la mañana.
Nueva escuela. Nuevo hogar. Nueva madrastra.
No es de extrañar que le cueste adaptarse.
Pero esos cambios no son los que más problemas le están causando.
No, eso sería su nuevo hermanastro, Jason Kendrick.
Jason es grosero, molesto y odioso, y ésas son sus mejores cualidades.
Ella hace todo lo posible por evitarlo, pensando que es la única manera de mantener la paz.
Pero Jason se niega a ser ignorado. Sadie no sabe qué es lo que él quiere exactamente, pero está segura de que lo que más desea... es a ella.
#2
Rachel Berenger odia a su nuevo hermanastro.
Es engreído, terco y está demasiado obsesionado consigo mismo.
Ya sabes lo que dicen...
Es una delgada línea la que separa el amor del odio.
La madre de Rachel se ha enamorado.
Es un noviazgo relámpago, como los que se producen en los sueños y en las noticias sobre la felicidad de las seis de la tarde.
A Rachel le parece bien, sobre todo porque su madre se merece algo de felicidad.
Y tampoco está de más que pueda vivir en una casa en la montaña y no preocuparse por las facturas, para variar.
Todo es perfecto como en un cuento de hadas, o eso parece.
Pero, como en todos los cuentos, Rachel tiene que enfrentarse a un ogro malvado.
O en este caso, su nuevo hermanastro Lucas.
Lucas es insufrible y enseguida Rachel sabe que nunca serán amigos.
Se compromete a ignorarlo y a no meterse en su camino.
Sería un gran plan, excepto por una pequeña cosa...
Están varados juntos en una isla desierta.
Sola y sin ningún lugar donde esconderse, Rachel se ve obligada a pasar todo su tiempo con Lucas.
Cuando no está pensando en estrangular a su nuevo hermanastro, recuerda lo bien que besa...
Y se pregunta en qué más es bueno.
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